De lo mas devastador que ha sufrido esta ciudad.
Transcurría la tarde del fatídico 4 de octubre de 1999 y la lluvia se intensificaba a cada instante.
Nadie sabía lo que ocurría y durante la noche los afluentes alcanzaban niveles críticos en
el norte veracruzano. Los días subsecuentes traerían tragedias e historias que marcarían el
suceso que a 11 años el recuerdo permanece intacto.
Recuerdan que el 6 de octubre la historia de la región cambió drásticamente. Fue el día
cuando el desastre mostró los estragos que dejó a su paso en el norte veracruzano. Varios
lloraron a familiares ahogados, desaparecidos, sepultados por aludes de tierra.
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Una de las zonas habitacionales con mayor estrago por la histórica inundación, fue el fraccionamiento “Florida”. En ese sitio los habitantes comenzaron a observar con asombro la cantidad de animales que eran arrastrados por las aguas; la sorpresa fue mayor al ver personas ahogadas que se atoraban entre matorrales y alambrados.
Las calles Mangos y Ciprés en “Florida” y sus habitantes fueron los primeros protagonistas de la inundación dentro de la unidad habitacional. Después del acontecimiento, las familias decidieron huir del lugar y ahora decenas de viviendas están en el abandono.
En Poza Rica, un aproximado de 30 colonias resultaron inundadas, miles de damnificados. Casas dañadas, fracturadas y apunto del desplome, parte de las afectaciones que dejó a su paso la depresión tropical número 11 asociada con el frente frío número 5.
Los damnificados de esta ciudad petrolera fueron reubicados a lo que hoy es la colonia “Arroyo del Maíz”, asentamiento que surge para alejar a las familias de la zona de peligros.
Casas abandonadas“Arroyo del Maíz” comenzó a habitarse en 2002, traídos de diversas colonias como Lázaro Cárdenas, Morelos, Quebradora, Ignacio de la Llave, Granjas, Palma Sola, Benito Juárez, Florida, Gaviotas, Insurgentes, entre otras.
Algunas familias reubicadas aún permanecen en “Arroyo del Maíz”, otras decidieron rentarlas ó venderlas y regresar a las colonias de riesgo.
Quienes vivieron la creciente del río Cazones cuentan que los más pobres y desprotegidos, veían huir a sus vecinos, armados con sus pertenencias en pequeños bultos, sus perros, gallinas, en triciclos o a pie, con la esperanza de que descendiera el caudaloso afluente.
Los colonos cuentan historias similares; quienes aseguran haber visto los cuerpos de ahogados “por montones” en el fraccionamiento Gaviotas, cerca de la calle Pelícanos, donde quedaron atorados en un árbol derribado.
El desastre mostró todas las afectaciones el 6 de octubre. Y a 11 años, el recuerdo sigue intacto como las marcas que dejó el agua en paredes. La humedad aún permanece dentro y fuera de las casas en los fraccionamientos.
Refieren que desconocían la inmensidad de la tormenta. En diversos municipios de la región los cerros comenzaron a desplomarse, sepultaban viviendas con familias enteras. Las rocas se desprendían y destruían a su paso. Algunos tenían que huir de sus casas, pero ningún lugar era seguro y mucho menos de noche. Los caminos y las calles se partieron, decenas de familias quedaron incomunicados. Ya no tenían donde refugiarse.
Todo se convertía en miedo. Nadie creyó que la cercanía con el Río Cazones y las intensas lluvias provocarían el desastre, afectando casas que hoy están abandonadas en “Florida” principalmente en calles como Mangos, Ciprés, Sabino, Manzana, Oyamel y Zapote.
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