El Málaga vuelve a desinflarse (2-0)





Durante veinticinco minutos, hasta la lesión de Ricca, el Málaga estuvo firme en la contención. Juntó bien las líneas y basculó a cada flanco incluso mejor. Los extremos locales no encontraban resquicio para desbordar e incluso las apariciones del lateral izquierdo, Escudero, fueron interceptadas de maravilla. Por dentro, Rolón volvió a sentirse como en el Wanda Metropolitano, con dos escoltas (Recio y Adrián) que contribuyeron a tapar líneas de pase. El Sánchez-Pizjuán también comenzó a desquiciarse ante la eficacia blanquiazul a la hora de tirar el fuera de juego.

Del Málaga apenas hubo noticias ofensivas en ese primer tramo, salvo en una aparición de Rolan, que se resbaló cuando iba a engatillar dentro del área. El uruguayo estuvo acompañado de Mula arriba, aunque siempre sin poder descuidarse a la hora de cerrar. El panorama cambió poco después del ecuador de este primer acto por la lesión de Ricca. Míchel tuvo que reestructurar el equipo y le sonrió la fortuna porque tuvo margen para ello en el periodo de refresco (un par de minutos) que decretó el colegiado para que los jugadores se hidrataran debido al sofocante calor del ‘veranillo de San Miguel’.

Desde ese instante el Málaga se escudó en un 4-1-4-1 en el que hubo que multiplicar la concentración. Sí se observó alguna fisura en alguna que otra triangulación y un par de incursiones de Jesús Navas, aunque no pasaron a mayores. El equipo se estiró en los últimos minutos, con un primer intento, muy flojo, de Juanpi y otro posterior de Mula, que provocó que la mejor intervención en la primera parte fuera paradójicamente del guardameta local.

La reanudación arrancó con un Málaga más valiente que se lanzó en busca del Sevilla. Durante el primer cuarto de hora se jugó más en campo local e incluso el Pizjuán comenzó a impacientarse al ver a su equipo replegado y al mismo tiempo impreciso cuando se trataba de buscar al contragolpe. Pero, como en el arranque en Mestalla, la falta de pegada se paga muy cara cuando enfrente está un equipo con tantos recursos...

Berizzo tuvo que prescindir de Franco Vázquez, calamitoso, e introdujo a Banega (la diferencia abismal entre una plantilla y otra estaba en el banquillo). Y cambió el partido. Recio dio un aviso nada más pisar el campo el argentino, pero este tomó la batuta y el Sevilla comenzó a meter al Málaga en su campo sin darle opción. Rolón ya estaba sin gasolina y el equipo perdió el equilibrio. Conclusión: comenzaron las situaciones de uno contra uno. Ahí estaba el verdadero peligro.

En una de ellas Correa supo forzar el penalti ante Rosales. Como ocurrió en el Wanda Metropolitano con el otro Correa (el atlético, que iba a ser sustituido por Fernando Torres cuando originó el gol de la derrota malaguista), el extremo sevillista iba a ser reemplazado por Nolito... Banega no perdonó desde el punto fatídico. Y como está visto que los males del Málaga se repiten, en apenas minuto y medio un grave error en la cobertura facilitó que Muriel fusilara a Roberto y dejara el partido finiquitado.

En los últimos veinte minutos, ya con el repescado Peñaranda (¡cómo ha cambiado el cuento!), el Málaga se vino arriba con orgullo. Nada más. El equipo está demasiado justo. Por si acaso, Berizzo recurrió al final a Nzonzi para evitar sorpresas. Como si eso fuera posible.

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