Así fue el funeral de la princesa Diana


Sollozos y gritos de "¡Diana!" se escucharon.Algunos en la muchedumbre lanzaron flores mientras el cortejo pasaba. "Nadie te puede lastimar ahora", decía una pancarta. "Sólo siente el amor"

El jueves se cumplen 20 años de la muerte de Diana Frances Spencer, princesa de Gales o Lady Di. ¿Qué pasó con su familia, amigos y personas que la rodearon? Aquí, un recuento de ellos y del legado de la mujer que se puso del lado del pueblo.



Casi dos décadas después de su publicación original, The Associated Press proporciona el reporte de los acontecimientos del 6 de septiembre de 1997 de la corresponsal Maureen Johnson.

Con esplendor eterno, un mar de lágrimas y la ira de un hermano, Gran Bretaña se despidió hoy de su "Reina de Corazones", mientras un millón de dolientes o más vieron a Diana, la princesa de Gales, dirigirse a su descanso final tras una vida de días de oro, tristeza y demasiado pocos años.

"En todo el mundo ella fue un símbolo de humanidad generosa", dijo su hermano, Charles.
Pero el noveno conde Spencer también se mostró resentido en su panegírico desde el púlpito de la Abadía de Westminster, fustigando a una prensa sedienta de chismes que habría contribuido a la muerte de Diana y prometiendo impedir que la familia real ahogue a los hijos de la princesa en "deber y tradición".

Una muchedumbre silenciosa forcejeó para ver la majestuosa procesión que cargaba el féretro de Diana a su funeral en la abadía, que avanzó a paso de "marcha fúnebre" por los corredores de humanidad amontonada en el centro de Londres para decir adiós a una princesa tan adorada como desafortunada.

Finalizado el funeral, poco después del mediodía, la nación guardó un minuto de silencio en su honor, mientras los ecos absorbían los últimos compases del coro de la abadía, que cantaba "Ven, disfruta las recompensas y coronas que he preparado para ti".

Una caravana entonces trasladó los restos de la princesa por una ruta de 120 kilómetros (75 millas) a su casa ancestral, Althorp Park, donde una tumba aguardaba en una tranquila isla arbolada en la propiedad.

La carroza fúnebre fue rápidamente cubierta de flores arrojadas por la multitud en duelo. Mientras entraba a Althorp, la policía cerró las puertas de la hacienda, y la familia de Diana la llevó a la privacidad que a menudo había ansiado: un sepelio al que asistieron unos pocos Spencer, su exesposo el príncipe Carlos y sus dos amados hijos. La familia Spencer dijo que no se proporcionarían detalles del entierro.



Dentro de los elevados muros consagrados de la Abadía de Westminster, miembros de la realeza vestidos de negro, hileras de celebridades relucientes, y cientos de personas comunes cuyas vidas sintieron su toque humano se habían congregado para escuchar palabras de elogio y oración para Diana, quien murió el domingo pasado a los 36 años en un accidente automovilístico en París por el que muchos responsabilizan a los acechadores paparazzi.

"Aunque era una princesa, era alguien por quien, de lejos, nos atrevimos a sentir afecto", dijo el decano de Westminster, reverendo Wesley Carr.

Pero junto con su propio peán de amor y oración, el hermano de Diana pronunció una crítica a los medios, en un panegírico que generó un largo aplauso en la abadía y en todo Londres, donde cientos de miles vieron el funeral en enormes pantallas.

"Ella habló incesantemente de irse de Inglaterra, principalmente por el trato que recibía de los periódicos", dijo el conde Spencer, de 33 años, en tono de rencor apenas controlado.
Spencer también aludió a los difíciles años que pasó su hermana en la familia real, que le quitó a Diana el título de "Su Alteza Real" cuando se divorció el año pasado del príncipe Carlos.

Ella era "una persona de nobleza natural que fue desclasada, que demostró en el último año que no necesitaba un título real para generar su estilo particular de magia", señaló.
El conde prometió proteger a los hijos de Diana, el príncipe Guillermo, de 15 años y segundo en línea al trono británico, y el príncipe Enrique, de 12, de la prensa y de ser consumidos por "el deber y la tradición" de la realeza.

Entre los tristes tonos de Bach, Verdi y Purcell en la abadía, los 2.000 dolientes también oyeron un sereno himno pop de Elton John, el amigo de Diana, quien interpretó una canción que hizo llorar a sus hijos.



"Adiós rosa de Inglaterra", cantó, "... tu vela se apagó mucho antes de lo que lo hará tu leyenda".

Las ceremonias de hoy, un día en el que esta nación paró como lo haría por la muerte de un verdadero monarca, ayudarán a crear la leyenda de Diana.

Seis relucientes caballos negros habían tirado de un armón de artillería con el ataúd por los bulevares y avenidas de la ciudad bajo la fresca luz del sol. Caminando lentamente atrás, en la última de las tres millas de recorrido, estaban sus adorados hijos con las cabezas inclinadas; su padre, el príncipe Carlos; su abuelo, el príncipe Felipe; y el conde.
Cientos de representantes de fundaciones benécas que Diana apoyó les siguieron detrás, algunos en sillas de ruedas, otros con trajes de enfermera.

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