Inmovilizando a México

epn_270116ANDARES POLÍTICOS
Benjamín Torres Uballe
@BTU15


Recién he vuelto de unos días espléndidos y reconfortantes en una hermosa parte de la república mexicana. En ese lapso pude abstraerme de la imperiosa, y en ocasiones desgastante, obligación de consultar los medios de comunicación. No ha sido sino hasta ahora, al regresar a la flamante Ciudad de México que, por cuestiones estrictamente profesionales, debí subirme nuevamente a la vorágine de la información.

Mientras escribo esta colaboración, reflexiono en los cambios y determinados sucesos que captaron la atención de los mexicanos el año pasado y en lo que va de este 2016. Vergüenzas como el escándalo de la “Casa Blanca”, la fuga de El Chapo Guzmán, el debacle en los precios petroleros, la incesante depreciación del peso, la impunidad de Guillermo Padrés en Sonora, y las cifras del Coneval informando sobre el aumento de dos millones de pobres en lo que va de la administración peñista, son algunos temas que nos confirman que, en esta generosa y estoica nación azteca, nada cambia en esencia; que aquello de “Mover a México” es otro embuste.

La nomenclatura política tiene muy bien anclado el país a sus intereses perversos, -como siempre lo ha hecho- viviendo inmoralmente a expensas de nuestros impuestos, con sueldos y prebendas que no merecen por sus ineficacias, aderezado también con su afición preferida: la rentable corrupción. La brecha de la desigualdad se acentúa por ese tipo de conductas deleznables.

Además, un Presidente lamentándose porque no se le aplaude o no se le reconocen los “avances” de las Reformas Constitucionales, y por el contrario, algunos necios “obtusos” sólo se dedican a criticar la dantesca inseguridad, los elevados niveles de pobreza, la enorme cantidad de quienes se han tenido que refugiar en la informalidad o de plano buscar mejores oportunidades en Estados Unidos. Más aún, esos insensatos que fustigan al mandatario por nombrar a un secretario a modo para que lo investigue o por imponer ministros en la Suprema Corte, colaborando con ello a formar un entorno que no permite “Transformar a México”, tal vez por ello esta nación avanza a ralentí.

Pero mientras el optimismo se desborda en el Gobierno porque México crece a tasas promedio del dos por ciento, muchos nos preguntamos ¿acaso no debería mostrar su preocupación por la incapacidad para que lo hiciéramos a tasas superiores? ¿Por qué los chinos crecen a niveles tres o hasta cuatro veces más que nosotros? Al final, pocas respuestas, muchas inercias y escasos cambios efectivos.

Ministros, funcionarios, legisladores y secretarios de Estado viven en un México de ensueño, en un México artificial que nada tiene que ver con la realidad de los mexicanos de a pie que cada día se levantan a la cuatro de la mañana y vuelven a sus hogares 15 horas después de un trabajo mal remunerado que poco agrega a su desarrollo y a mejorar el bienestar familiar. Eso no es mover a México. Es inmovilizarlo en un profundo abismo de atraso y perenne desigualdad.

Cuando nos enteramos de los inmorales derroches de los políticos –de todos los partidos, sin excepción-, incluso de aquellos que demagógicamente pretenden erigirse en paladines de la honradez y democracia, que de facto son auténticas rémoras para la sociedad mexicana, es que se entiende porque en México todo eso colabora perniciosamente a que las cosas sigan igual en detrimento de la enorme mayoría de los mexicanos.

Gobernadores de horca y cuchillo que son capaces de construir presas particulares en sus ranchos, alcaldes mafiosos involucrados con el crimen organizado, diputadas con documentos falsos visitando en la cárcel a narcotraficantes, ex gobernadores de pésimo prestigio que son enviados como cónsules a Barcelona para protegerlos o algunos otros que son detenidos en España acusados de varios delitos mientras en México se les cuida y hasta los nombran presidentes nacionales de partidos políticos. Entonces, ¿en qué ha cambiado México? Mejor aún, ¿han cambiado los políticos que desde hace muchas décadas se adueñaron del país? Nada, ni un ápice.

Así que, “Mover a México” es simple y banal retórica que no cambiará en 2016, máxime que los intereses, pillerías, chicanas y guerra sucia sin duda que se exacerbarán a causa del proceso electoral. Las consecuencias no vislumbran buenos augurios para el progreso y desarrollo de la nación, lamentablemente veremos y continuaremos padeciendo los niveles alucinantes de violencia, desempleo, basura política, también filtraciones, muchas, del ejemplar comportamiento de la clase política. En consecuencia, tristemente recibiremos más de lo mismo: corruptelas, opacidad, demagogia, ineficacia y saqueo, mucho saqueo.

@BTU15

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